sábado, 22 de junio de 2019

Cuando un padre se va...



Esta es una de las fotos preferidas que tengo de mi padre.
No puede haber más ternura en ella.
No puede haber más ternura en él.
Recuerdo cuando la hice, sentí como si caminaran juntos en ese cielo que compartimos los nietos con los abuelos.
De hecho íbamos a la piscina, que sin dudarlo es un tipo de cielo.

Cuando un padre se va, se abre el cuerpo por dentro.
Cambia la estructura de tus huesos.
Su límite se transforma en cielo,
para expandir lo que hasta ese momento conocías y te contenía, para hacerse eterno.
Llega hasta los huesos para que ahora ocupe su cielo tu cuerpo. 

Un padre es una dimensión que ni siquiera podemos imaginar que no brille a nuestro lado.
Es un planeta.
Porque su agua es parte de ti. Tu biosfera, tu clima, tus costumbres… son autóctonas a su latido.
Por mucho que hayas tenido la rebeldía de auto determinarte para evolucionar esas aguas, te pertenece... o eso crees... que tú no... y eres libre.... pero ellos, tu padres, sí son tuyos. Pensamos…

Cuando un padre se va, se abre una nueva sensibilidad en canal… sientes una batería de percepciones que aunque te han contado no podías hacerte cargo, del mismo modo que no es capaz de comprender quien no lo vive porque esconde su miedo detrás de frases dichas o de instantes de bienintencionada torpeza...

Porque cuando tu padre muere... tu estructura cambia en tus huesos, físicamente.
Tienes que hacer espacio a que se abra su cielo en tu cuerpo.
Y eso es algo que nadie te explica y para lo que no hay más preparación que vivirlo.
Y puede dar mucho miedo porque sientes cómo tus células actualizan la información de su existencia.
Te entregas a esta experiencia a pesar de que te duelen los oídos del ruido externo, que es extremo -porque la muerte desata lo peor y lo mejor que somos- y como estás más sensible de lo habitual percibes en exceso... todo.
Lo único que quieres es silencio para sentir, porque no hacerlo te niega y eso sí que es doloroso.

Mi padre es el mayor acto de amor de mi vida. Es mi grandeza. Mi generosidad radical. Mi padre ha sacado el impulso de dar siempre lo mejor de mí y es aún en su muerte, donde me ha dado la lección maestra del Amor con mayúsculas...

Que suerte firmar Arteaga en cada letra que escribo y sentir, como he sentido estos días, que al escribir honro la luz y el sentido que creó mi existencia. Y para agradecerlo no existe aún una palabra inventada.

Cuando un padre se va … dejas de existir como hasta ese momento conocías, porque toda tu estructura se transforma.
Se abre la carne hasta lo más profundo de los huesos para que entre el cielo entero en tu cuerpo, y ocupe el espacio que él ocupaba… ahora en forma de cielo